A T R A P A D O
“SOMETIDOS BAJO EL PODER DEL ALCOHOL”
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A ti, que tienes el poder de cambiar tu mundo...
A pesar de tus circunstancias.
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Índice
·
Cubierta
·
Prologo
·
Un
somelier atrapado
·
Su
amigo inseparable
·
Encuentro
apasionado
·
Corazón
afligido
·
Ajeno a
la realidad
·
Sumergido
bajo el poder del alcohol
·
Un
sueño profundo
·
La
muerte y la vida
·
Una
nueva oportunidad
·
Una
pérdida irreparable
·
Sueño
desvanecido
·
Construyendo
su horizonte
·
Un don
espiritual
·
Una
montaña llamada miedo
·
Su
chico de luz
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PROLOGO
Mientras escribía
esta novela, me embargó la nostalgia y en varias ocasiones sentía pena ajena.
Escribir sobre seres queridos que han experimentado situaciones dolorosas y que
por diferentes circunstancias ya no forman
parte de tu presente, es como desarticular
el pasado, aun cuando la escritura forma parte de tu existencia y representa
una especie de descarga donde intervienen miles de voltios convertidos en emociones.
Escribir esta
clase de historias es un gran reto, pues
tienes bajo tu responsabilidad transmitir un mensaje claro y preciso, el cual
debe ser entendido por los jóvenes y adultos de una sociedad que cada día va
experimentado nuevos cambios. Un mensaje capaz de tocar vidas, de enderezar
caminos.
El consumo
abusivo del alcohol por parte de los adolescentes de este siglo se ha
convertido en una especie de cultura.
Muchos de estos adolescentes persiguen sueños y metas, luchan día a día
por obtener un lugar importante dentro de la sociedad; sin embargo, algunos
sueños quedan truncos, hechos polvo, desvanecidos.
Para escribir
esta historia fue necesario realizar algunas investigaciones, pero ninguna
investigación arroja resultados tan fidedignos como tener tus propias
experiencias y describir paso a paso las situaciones por las que atraviesan los
personajes que en ella intervienen. A
fin de imprimirle un toque especial, fue
necesario recurrir al poder de la imaginación, conjugando la realidad y la
ficción, dando lugar a un producto
terminado aleccionador y de invaluable autoayuda.
La única manera
de afrontar la realidad es siendo protagonista de ella; fuertes escenas de
vicios, amor, muerte, sueños y fe han hecho el complemento perfecto para
crear “ATRAPADO”, donde algunos de nuestros personajes han sido
sometidos bajo el influjo del alcohol, otros permanecen estáticos por causa del
miedo y unos pocos movidos por una fuerza interior que los impulsa a salir
disparados en pos de sus metas, algunas
de ellas cumplidas, otras desvanecidas.
Algunas de las
escenas de las que esta obra hace referencia, fueron artísticamente convertidas
en diseños por 9 jóvenes pertenecientes a la Academia de Arte Ani, de Río San
Juan, al norte de la República Dominicana, quienes tuvieron la tarea de leer el
presente manuscrito para interiorizarlo y poder reflejar su esencia. Estos
diseños fueron creados con esmero,
dedicación y, sobre todo, mucha imaginación.
Cada uno de
nosotros tiene un motor que nos mueve, un motor que se llama fe, que nos motiva
a creer en nosotros mismos, nos impulsa a perseguir nuestros sueños y cumplir
metas; pero, ¡cuidado! porque es muy
cierto eso de que la fe mueve montañas, pero el miedo paraliza, limita, atrapa.
Cuando termines
de leer ATRAPADO, descubrirás que hay coincidencia entre miles de ideas que
por algún motivo estuvieron paralizadas en tu cabeza y despertará en ti ese ser
multiplicador, capaz de mover el mundo y de transmitir a la humanidad un
mensaje positivo, que tanta falta hace en estos tiempos, capaz de cambiar
vidas.
Espero que
ATRAPADO te cautive y sobre todo que no permitas que tu vida se detenga o se
paralice a causa de la inercia; tampoco permitas que sea sometida bajo el poder
del alcohol o por cualquier otro poder negativo que contamine tu existencia.
La Autora
Mayo del 2015.
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Delirium Trémens
¡Corre, corre!
Exclamó Christopher, al ver a Calafito caminando sobre el techo de la
casa. Quería mostrarle a su mujer como
el obediente perro hizo malabares para escalar por la pared trasera de la casa;
su mujer, confundida, quiso ver y entender lo que pasaba, pues no existe forma
alguna de que pudiera subir solo. Estamos conscientes de que los perros tienen cuatro patas, pero es absolutamente imposible que puedan volar.
Juliet, quien
sostenía una incipiente relación y convivía junto a Christopher, lo miró
fijamente y se dio cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. Inteligentemente, se sorprendió delante de él y dijo –que
Calafito más atrevido, un día de estos ese perro caerá y se romperá todas las
costillas. Christopher sonrió y la abrazó, intentando bailar con
ella al son del merenguero típico Aguacate, cuya música recién estaba sonando en la radio
nacional y a él le encantaba. Mientras le mostraba como se baila un verdadero
merengue típico, Juliet, espantada, le siguió la corriente; de inmediato
entendió claramente lo que pasaba por su mente perturbada y el por qué
reaccionaba de esa manera. Ella no
podía escuchar la misma música que a golpe de tambora y acordeón él
escuchaba. Al parecer era producto de su imaginación.
Juliet, preocupada,
llamó a Don Julio y le contó lo que había pasado. Siendo él un médico cardiólogo, pensionado por los Estados Unidos, además en su calidad de vecino más cercano
del apartamento donde vivían, era la
persona más llamada a dar una explicación científica sobre lo ocurrido, aunque
ella ya sabía la causa. El corrió a su apartamento y detalladamente lo analizó,
de inmediato, dando su veredicto: Alcoholismo crónico -“Delírium Trémens” o “delirio tembloroso”, propio del síndrome de abstinencia del
alcohol, la tercera fase y la más aguda
del mismo. ¡Le preguntó! - Juliet, ¿cuantos días tiene Christopher que no toma
alcohol?
- Cuatro días, Don Julio, lo tengo en tratamiento pues me
he dado cuenta que si sigue tomando tanto alcohol, pronto terminarán sus días.
Christopher no
solamente tenía visiones, sus manos temblaban, lo cual le impedía sostener
adecuadamente cualquier objeto, algo tan
simple como sostener un vaso con agua en
sus manos suponía un esfuerzo titánico;
su cuerpo sudoroso ya se sentía muy fatigado.
A pesar de la
insistencia reiterada por parte de sus amigos, familiares y, sobre todo de
Juliet, para que buscara ayuda
profesional, él siempre se negó a ello, se sentía seguro de sí mismo y mantenía
su postura de que podía dejar de tomar en cualquier momento. Aquella chica de
solo 23 años había despertado sus deseos de vivir. Su amor por Juliet lo cambiaría todo, incluso
ese hábito que desde hacía 9 años lo estaba consumiendo en vida. Ella estaba ahí para él y le había prometido
que lo ayudaría a dejar aquel vicio.
Christopher
también era un hombre joven, recientemente había celebrado su cumpleaños número
32, vivía en la ciudad de Santo Domingo desde sus 23 años. Fue a esa edad que
consiguió su primer empleo, le apasionaba la hotelería, así que trabajó como
maître de un famoso restaurante, luego quiso cambiar de posición y probó con el
cargo de sommelier, donde desarrolló una gran capacidad para catar toda clase
de vinos y la singular percepción y mezcla de olores y sabores. Mientras se
desempeñaba como sommelier degustó los más excelentes y exquisitos vinos para
clientes extranjeros de finos y exigentes paladares.
Fue así como
Christopher fue cayendo poco a poco en
el vicio del alcohol; al principio lo
hacía para cumplir aspectos de su trabajo y, al paso del tiempo, lo llevó a la dependencia absoluta pues no
pasaba un día sin que probara así fuera un solo sorbo. Después del vino, llego el vodka, luego el
anís, el ron, en fin… lo probaba todo.
Luego, empezó mezclando el vodka y el ron con jugos naturales y refrescos,
hasta que descubrió que tomar un vaso de ron o de vodka sin mezclarlo y luego
tomar un vaso de su bebida preferida, era la combinación perfecta, sin
importarle que el alcohol puro llegara antes a su organismo.
Mientras
trabajaba en aquel restaurante conoció muchos extranjeros de diferentes
nacionalidades: americanos, rusos, italianos, canadienses, japoneses, chilenos…
con los que pudo establecer cierta relación de amistad, algunos de los cuales
ya frecuentaban aquel restaurante, ubicado dentro de las instalaciones de uno
de los hoteles 5 estrellas de aquella época.
A sus 28 años conoció a Jennifer Duncan, belga rubia, fuerte y de ojos
claros, pero veinte años mayor que él,
quien se convirtió en su amiga y eterna amante.
La extendida relación sentimental a largo plazo los llevó al
matrimonio. Para aquel entonces,
Christopher ya estaba enamorado de
aquella mujer, la cual casi le doblaba la edad, de rostro delicado y cuidado,
pero que ya reflejaba que los años no habían pasado en vano. En ese momento él
aun no había conocido a Juliet, quien
llegó a su vida cinco años después de su relación con Jennifer.
Christopher y
Jennifer construyeron juntos su imperio. Modesta, la madre de Christopher,
estaba feliz con esta relación, pues al ser Jennifer una mujer de muchos recursos, ella estaba
segura de que la vida de su familia cambiaría radicalmente y no se equivocó,
pues muy pronto se hizo notorio un
cambio en la calidad de la vida familiar.
La casucha pobre y derruida, hecha con tablas de palma, techada de yagua
y piso de tierra, que por más de una
década les sirviera de vivienda, era un lugar en condiciones primitivas,
donde el agobiante calor que se percibía
era intolerable, solo en las noches la temperatura se tornaba más fresca y la
condición de vida se hacía más llevadera. Construir una casa a su familia era
para Christopher como un sueño que en
sus inicios no estaba en la capacidad de cumplir, debido que los exiguos ingresos que percibía apenas
alcanzaba para el sustento diario.
Su padre siempre
fue un hombre correcto que educó a sus hijos y le enseñó a vivir la vida con
humildad. Les inculcó sólidos valores
y Christopher aprendió de él a respetar a las personas
mayores, ayudar a los más necesitados y a trabajar honradamente. El estaba convencido
de que no se aprovecharía de Jennifer por más dinero que ella trajese del
extranjero para aportar a la comunidad matrimonial. Jennifer era una empresaria muy exitosa
en Bélgica, donde era propietaria de un
restaurante de primera, en una ubicación privilegiada. El estar tan enamorada de Christopher
constituía una alta motivación para invertir en Santo Domingo. Su respaldo financiero, unido a su aguda y
acertada visión para los negocios constituiría una excelente carta de
presentación. Juntos decidieron que el
negocio más idóneo era una casa editora de libros. La zona donde residían era
ideal para ofrecer esos servicios.
Muchas empresas rodeaban aquel lugar,
el cual estaba ubicado en la zona universitaria.
Fue así como
empezaron a crear su negocio en el país. Fue necesario ampliar su oferta de
servicios debido a la creciente demanda de los clientes satisfechos que ahora
solicitaban otra clase de productos que este negocio no ofrecía; por tanto, se hizo necesario reinvertir el
dinero en nuevos y modernos equipos, incluyendo máquinas especializadas para
editar e imprimir libros a gran escala para las más de 30 instituciones que lo
requerían. Contaban con un personal
altamente entrenado, con
capacidad de procesar los pedidos de
forma expeditiva, con alta calidad,
precios mucho más bajos que otros negocios de esa índole, los cuales se
habían quedado rezagados y fuera de competitividad por lo obsoleto de sus
equipos.
Al transcurrir el
tiempo, este negocio fue creciendo a tal punto que Christopher tuvo que dejar
su trabajo como sommelier para dedicarse
atender la editora, la cual ya demandaba su presencia al cien por
ciento. Estaba creciendo muy rápido y sus clientes necesitaban atención
personalizada.
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Un Somelier Atrapado
Aunque ya no
trabajaba como sommelier de aquel restaurante, su paladar necesitaba continuar
degustando la acostumbrada bebida; su cuerpo lo pedía a gritos, sus manos
sudaban cuando se abstenía, lo que se convirtió en un hábito para su vida, algo
que con el transcurrir del tiempo ya no podía controlar y que pronto se
convirtió en su amigo inseparable, que lo acompañaba a cualquier lugar sin
importar la hora o la distancia. Ese
amigo fue capaz de calmar sus tristezas y sus angustias también estuvo con él en los momentos de
alegría. ¡Estaba ahí para él en
cualquier circunstancia, ofreciéndole su
falso apoyo!
A Jennifer no le
afectaba su adicción. Al igual que
aquella botella de alcohol “su ya amigo” se hacía presente, compartía con él
cada trago, ellos no visitaban ningún lugar de diversión… no era necesario. Lo
adquirían en el supermercado donde habitualmente compraban sus alimentos o
artículos de primera necesidad y luego se iban a casa y desde allí, mientras
escuchaban las notas del famoso pianista y compositor Beethoven compartían unas
dos o quizás seis botellas del whisky más fino.
En ocasiones solo consumían vino, hasta que descubrieron que el ron
podía complacer su delicado y exigente paladar. Christopher ya tenía amigos de
bebida, aquellos que un día fueron compañeros de trabajo y que con el tiempo se
habían convertido en sus compañeros de tragos. Se veían todos los días. Ir al supermercado donde de paso quedaba la
tienda de uno de sus compañeros ya se hacía parte de la rutina; allí conversaban sobre mujeres, negocios, sus
familias, en fin, tenían muchos temas en común y terminaban compartiendo unas
botellas de ron.
Jennifer sabía
dónde encontrarlo. Ese día él no podía
sostenerse en pie por su propia cuenta y como estaban tan cerca de la
casa, ella lo tomó del brazo y le ayudó a
caminar. Otro de sus amigos, Louis,
salió en el mismo estado y fue objeto de burla por parte de las personas
que lo observaban mientras pasaba por las calles de aquella ciudad hasta llegar
a la habitación donde se estaba hospedando.
Louis era muy pobre, no tenía dinero para pagarse un apartamento como
era el caso de Christopher; sin embargo, era capaz de alimentarse y conseguir
dinero para mantener su adicción. Su
problema con el alcohol había iniciado mucho antes de que se conocieran y se
hacía bastante desagradable estar frente a él a causa de la fetidez etílica que
siempre le acompañaba. No se podía
conversar con él, de hecho, nunca se casó, ni tuvo hijos.
A diferencia de
Louis, nunca se sabía si
Christopher había tomado o no. Era un hombre muy higiénico y delicado en su
aspecto personal, se daba un buen baño antes de salir a la calle o después de
haber tenido contacto con el alcohol,
siempre estaba acicalado y bien perfumado.
Además, su apariencia era la de un hombre elegante, ni muy gordo, ni muy flaco,
de buen vestir, sus ojos verdes, piel canela y cabello crespo era la
combinación perfecta; sola con su apariencia podía hacer que cualquier mujer
cayera rendida a sus pies. El, sin duda alguna, tenía la posibilidad de tener
varias mujeres si así lo hubiese querido,
estaba económicamente bien posicionado, ya se había convertido en un
empresario de una gran ciudad, pero él no era esta clase de personas, era lo
que sus padres le habían inculcado.
Respetaba a Jennifer. Al parecer
era un hombre romántico y enamorado que con el tiempo empezaba a expresar lo
más profundo de su corazón a través de la escritura. Era la forma de decirle
que la amaba y que estaba agradecido por lo que juntos habían logrado. Escribió
un libro llamado “Amor Extranjero”, donde contaba la historia de amor y
pasión desenfrenada vivida por ambos.
Cuando sus
empleados empezaron a darse cuenta de su adicción, fueron consecuentes,
mantuvieron absoluta discreción, al punto que ninguno de sus clientes nunca
sospechó nada. Christopher se sentía muy
agradecido por el gesto de discreción que guardaban sus empleados y de vez en
cuando los invitaba a cenar. Ellos
siempre le acompañaban.
La empresa
continuó en franca expansión y fue necesario contratar personal adicional. Fue así como llegó Juliet. En los primeros días la encargada del
personal la puso a prueba y observó con atención su desempeño. Juliet era muy
hábil y profesional, además necesitaba dinero para sostenerse, pues recién
había llegado a la ciudad de Santo Domingo y dejado una niña de apenas un año
en el pequeño pueblo de donde
procedía. Estaba recién separada del
padre de aquella inocente criatura que nada tenía que ver con los conflictos de
la relación. Ella solo necesitaba una nueva oportunidad, una nueva vida, un
comienzo fresco, un nuevo empleo, algo que le garantizara estabilidad
económica. Cuando Christopher la vio le preguntó:
-¿Eres hija de la Psicóloga María? ¿De mi pueblito
costero?, -Si, la mayor. -contestó
Juliet
-Pero ¡qué crecida estás, yo a ti te conocí cuando apenas
eras una niña! –respondió Christopher.
Al parecer los
años pasaron muy rápido y Juliet ya era toda una mujer. Después de mucho tiempo sin verla, habían
coincidido de ciudad, eran del mismo pueblo y ambos se trasladaron en busca de
nuevas oportunidades, cambiaron de ubicación geográfica animados por la misma
motivación.
Pronto se destacó
dentro de aquella empresa logrando el cargo de Jefa de Recursos Humanos, pues
la persona que la había puesto a prueba
tenía su madre con cáncer y no podía seguir en el trabajo. Aquella mujer
sacrificó su vida profesional a cambio de brindar atención y cuidado a su madre,
sentía que necesitaba estar con ella, consciente como estaba de que su madre estaba viviendo los últimos días de
su estancia en este mundo, que se liberaría de los sufrimientos de aquella terrible enfermedad y quería estar
con la mujer que le dio el primer aliento de vida en este mundo, suficiente
motivo para sustentar su renuncia.
Conoció a muchas
personas mientras se desempeñaba en aquel nuevo cargo, ahora sentía que en
verdad era alguien importante, pues ser Jefa de Recursos Humanos de aquella
empresa conllevaba muchos compromisos y responsabilidades; era un nuevo reto para su vida profesional y
aunque Juliet no tenía mucho
conocimiento del área, se manejaba bien,
fue por eso que decidió estudiar la carrera de Psicología Industrial en una
prestigiosa universidad. Ella quería que
cuando su hija creciera se sintiera orgullosa de los logros alcanzados por su
madre; de tal forma que cuatro años más tarde se graduó con los más altos
honores.
En esos cuatro
años Juliet se ganó el respeto de los demás empleados de la empresa y más aún
fue para ellos una aliada, fiel consejera y amiga. De esa forma lograba, no
solo que ellos respetaran las normas de la empresa, sino que estuvieran
motivados y explotaran sus potencialidades al cien por ciento. Allí fue donde
conoció a Marian, una joven de apenas 22 años, que trabajó por mucho tiempo en
el área de servicio al cliente; siempre
fue muy dinámica y en aquel entonces era la cara de la empresa. Fue su vocación
de servicio, trato hacia los clientes y su amabilidad lo que hizo que Juliet y ella, de grandes
amigas, pasaron a ser confidentes.
Conversaban sobre tópicos relacionados con la empresa, además de aspectos muy
personales de los altos ejecutivos. En
una oportunidad le contó que Christopher
y Jennifer estaban a punto de separarse y que ambos se habían hecho
dependientes del alcohol. Jennifer había decidido comprar otra empresa y
abandonarlo. Continuarían separados por un tiempo, solo los mantendría unidos el vínculo empresarial.
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Su amigo inseparable
Era un día frío y
lluvioso, la tristeza se había apoderado del corazón de Christopher, buscaba
consuelo y a su mente vino su amigo inseparable, aquel que lo acompañaba en los
momentos difíciles, que sin reprocharle ni cuestionarle le demostraba que era
su fiel amigo, aquel que con un solo sorbo calmaba sus angustias; tomaba y
tomaba hasta satisfacerse por completo, logrando que se durmiera y olvidara por
unas horas aquello que le acongojaba.
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Product Details
- File Size: 2680 KB
- Print Length: 124 pages
- Simultaneous Device Usage: Unlimited
- Publisher: Xlibris UK (July 17, 2015)
- Publication Date: July 17, 2015
- Sold by: Amazon Digital Services, Inc.
- Language: Spanish
- ASIN: B011YHWMVW
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